La culpa la tiene Eustaquio

El martes me levanté con ese dolorcito de garganta que le va anunciando a uno que una gripa se le viene encima. No le paré muchas bolas. Al día siguiente, al levantarme a las 7:45 de la mañana para irme a dictar clase, no sentí que fuera una gripa sino toda una peste. Mis propios alumnos vieron el sacrificio que yo estaba haciendo por estar ahí enseñándoles y hasta me preguntaron si no tenía calor, porque el clima ese día no estaba frio para nada, según ellos, y yo con mi chaquetón encima.

Yo no me di por vencido tan rápido y después de terminar dictando me fui a la sala de computadores a mi tradicional hora de relajación escuchando música en línea, que siempre es una buena idea. Para escuchar música en la sala de compu me puse mis audífonos y eso fue peor que haberme expuesto a 17 cambios de clima consecutivos y empeloto. Me acordé cuando aprendí en el colegio que el oido, la nariz y la garganta estaban conectados por nada más y nada menos que por la Trompa de Eustaquio. Me tomó como media hora darme cuenta que si seguía con esos audífonos encima, iba a terminar en el hospital más rápido de lo que pensaba...

Así que directo pa'la casa a llenarme de medicina y/o recordar los consejos de la abuela. La casa estaba sola... Paul está de vacas con la novia y me acordé que Sam no volvería sino hasta bien tarde en la noche. La tembladera me cogió con más fuerza y comenzó ese frio-calor que uno no tiene más opción que sufrir... si me abrigaba me dormía y a los 10 minutos me levantaba empapado en sudor otra vez con frio... así por varias horas. Bien, pues llegó la hora de empezar a molestar a los demás amigos cercanos, los cuales atendieron mi llamado trayéndome NyQuil (tradicional manera gringa de olvidarse de la gripa) para que me durmiera y pudiera descansar en paz. No dió resultado. Qué más hacer? Los consejos de la abuela. Pero oh no! no tengo agua de panela?!?!? Que mierda. Menos mal, por fin como a las 3 am, me quedé dormido.

Al dia siguiente el dolor y todo seguía ahí, pero esta vez no nos varamos (ah, Sam también medio empezó a sentirse débil)... el desayuno fue caldo con huevo y el almuerzo-comida fue sopa de arvejas con cebolla y papa otra vez, si señores. Sam ya está hecho un experto en la comida Colombiana, al menos al estilo Eduardiano y sin carne. Entre comidas? Té caliente, mucho té, y bien caliente ojalá! que se sienta como si quemara la garganta (y lo que ande enfermo por ahí) cuando baja.

Ya casi estoy bien, y con cara de seguir mejor, así que no hay de qué afanarse... prueba superada. Agua de panela será lo primero que empaque la próxima vez que venga de Colombia.